A mediados de la década de los 90 entró en España el picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus) por primera vez a través de Andalucía. Poco a poco y a través de su expansión desde su primera localización y por posteriores introducciones se ha ido expandiendo por la totalidad de la costa mediterránea y también en Canarias.
Es originario del sureste asiático donde es plaga en plantaciones de cocoteros pero llegó aquí a través de importaciones de palmeras desde el norte de África.
Sus primeros efectos en la palmera no se aprecian pero cuando ya son evidentes es tarde. En 2005 la plaga se detecto en el palmeral de Elche. Siguiendo el protocolo adecuado (endoterapia vegetal y aplicaciones foliares) y constante, hasta ahora se ha conseguido recuperar por completo palmeras afectadas, siempre y cuando la yema apical no haya sido afectada por las larvas de este escarabajo.
Hace poco salto una noticia a la prensa, según la cual, estudios en biorremediación que se han llevado a cabo en la Universidad de Alicante permiten ser optimistas con respecto a este problema.
Un resumen muy escueto de la práctica que se puede utilizar sería decir que se atrae al picudo hacia unas trampas donde queda impregnado de un hongo llamado Beauveria bassiana, que provoca su muerte en unos días. Cabe la posibilidad de que este picudo pueda, así mismo, contagiar a otros congéneres de la colonia por lo que siguen los estudios en ese sentido.
Al ser un hongo autóctono evitamos el riesgo que conllevaría combatir una placa con un remedio potencialmente invasor.
A ver si descubren alguna especie de picudo que se coma el cerebro a toda esta gente que chupa la sangre a los demás.